Nadie, absolutamente nadie, será capaz de dar aquello que no tiene. Si yo tengo chocolates, pero no dulces, aunque me los pidan no los puedo dar, porque no los tengo.
Por eso, cuando hablamos de amor, es importante resaltar el tema del amor propio como principio de éste. Eso sí, no lo confundamos con egoísmo. ¿Cuál es la diferencia? Fácil (aunque al mismo tiempo, complejo): en el egoísmo, el fin último es la satisfacción personal; pero el amor propio es incapaz de centrarse en sí, sino que se enfoca en brindar lo mejor de uno/a en cada momento, con cada persona, en cada experiencia. ¡Ésa es la gran y radical diferencia!
Sin embargo, me doy cuenta que estamos rodeados de ideas que promueven el amor "romántico", ese amor que se centra en el sacrificio, en el dar todo por el otro, en el olvido de los sueños y anhelos personales, en el apego y la dependencia, en el control disfrazado de preocupación y cuidados. Justo este tipo de "amor" nos aleja del amor propio.
Si has viajado en avión, recordarás que, mientras se está preparando todo para el despegue, los y las aeromozas nos hacen una demostración sobre las medidas de seguridad a considerar durante el vuelo, y uno en particular que llama mi atención es la relacionada a la mascarilla de oxígeno. Las indicaciones hacen énfasis en que, si estás acompañada/o de alguien que requiera tu atención (como un/a pequeño/a o una persona que requiere atención), seas tú quien primero se ponga la mascarilla y después a la otra persona.
Debo confesar que la primera vez que lo escuché fue como un choque contra las ideas sociales de siempre pensar primero en las demás personas, sin embargo, pronto entendí que es necesario que tú estés bien para poder ayudar a otras personas. Si tú no estás bien, no sólo te pones en riesgo tú, sino que podrías dejar desamparado a alguien que depende de ti.
Así funciona el amor propio. Es ponerte la mascarilla tú primero, no porque sea egoísta, sino porque es importantísimo que tú estés bien para poder brindar lo mejor de ti a las demás personas.
Así que cuídate, quiérete, ámate, admírate, gózate, conciéntete, busca tu crecimiento, sé feliz.
Te comparto unas ideas para poder vivir el amor propio desde ahora mismo:
Mírate al espejo cada día y disfruta de ti, de tu presencia, de tus ojos, tu mirada, tu rostro. Quizás al inicio sea difícil, pero si tú eres capaz de disfrutarte, créeme, esto se reflejará hacia los demás.
Cada día, sé capaz de dejar un espacio para ti. Es más, te recomiendo que lo anotes en tu agenda o que pongas un recordatorio. 5, 10, 15, 20, 30 minutos, para ti, para tus pensamientos, tus sueños, tus anhelos, para respirar y valorar tu existencia.
¿Qué te hace feliz? Sé que no siempre podemos hacer todo aquello que nos da satisfacción personal, pero tienes que hacerlo de forma periódica para que entres en contacto contigo misma/o, con el bienestar, con tu felicidad. Así que, ve y hazlo.
Reconoce tus límites y proponte mejorar cada día, aunque sea un poco. Una de las grandes maravillas del amor propio es que no cae en egocentrismo, ya que es capaz de reconocer las debilidades que todas y todos tenemos, pero gracias a esa humildad, es capaz de ir mejorándolo día con día.
Sé agradecida/o. Un aspecto que está muy vinculado con el amor a una/o misma/o, es la capacidad que tenemos de agradecer al mundo, a las personas que me rodean, a mi familia, a la sociedad, a todas y todos lo que hacen por nosotras/os, aún de forma indirecta. No escatimes en esto, y tampoco olvides reconocer todo aquello que haces bien.
Éstas son algunas ideas sencillas, pero recuerda siempre enfocarte en ti, para dar lo mejor a los demás.
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