Apreciadas amigas y amigos. Sí, amigas y amigos, porque hoy quisiera sembrar esa semilla que consolide y nos permita crear puentes para un trabajo colaborativo, integral y profesional.
Al momento de hablar sobre el suicido, suele haber una pregunta rondando en la mente de muchas personas: "¿por qué sucede?". Cuando te adentras tanto en el tema, la primera respuesta que se suele dar es: "no lo sé", y no porque no se puedan dar pautas, orientaciones, identificar factores de riesgo en poblaciones específicas, factores detonantes u otras directrices, sino porque el fenómeno es tan amplio y tan complejo, como amplios y complejos somos las y los seres humanos.
Hablar del suicidio es hablar de sociedad.
La Organización Mundial de la Salud ha enfatizado la importancia de la salud mental con una frase que se ha popularizado por todos lados: “no hay salud sin salud mental”; aunque, desde los inicios del grupo hemos considerado que dicha frase está incompleta: “No hay salud sin salud mental, ni salud mental sin salud social”.
¿Por qué al hablar del suicidio estamos hablando de la sociedad? Porque hay que tener presentes que la variable social es altamente relevante: puede ser, o un factor de riesgo o un factor de protección.
El suicidio no es una únicamente un tema de salud mental, es un reflejo de nuestra salud social. Y precisamente es esa la pregunta que tendríamos que hacernos: ¿de qué forma estamos contribuyendo, cada una de nosotras y nosotros, como factor de riesgo o como factor de protección frente al suicidio? La respuesta no le corresponde sólamente a quienes hemos elegido profesiones cercanas a la salud mental, sino que es una respuesta que habría que dar en forma comunitaria, desde los muy diversos sectores sociales, porque cada aspecto podrá abonar positiva o negativamente a ello.
Hemos percibido una profunda sensación de desesperanza social: “nadie hace algo ante este problema”. La narrativa que se comparte es de angustia, desesperación, agonía, abandono: “uno más, van en aumento, qué está pasando, es una epidemia, Yucatán primer lugar”.
La Asociación Yucateca de Suicidología NO ES LA RESPUESTA, aunque SÍ ES UNA respuesta, que quiere, desde una visión de integración, de comunidad, de participación, de activismo, de ética, de ciencia, compartir esperanza.
No podemos solas ni solos, nunca tendremos los suficientes recursos ni humanos ni materiales ni económicos, para dar una respuesta total al fenómeno tan complejo del suicidio; pero sí podremos abarcar la mayor cantidad de variables, si cada una de las personas de nuestro entorno social: colegios, empresas, centros recreativos, culturales, deportivos, espacios religiosos, familiares, organizaciones civiles, gubernamentales, medios de comunicación, abonamos cada una y uno de nosotros, pequeñas semillas que puedan germinar como un factor de protección para aquellas personas que pasan por situaciones de dificultad y que en su percepción, se sienten excluidas de un entorno que presenta mayores exigencias y menos oportunidades.
Colegios, necesitamos capacitarnos, poner el tema sobre la mesa. Permitir que profesoras, profesores, personal administrativo y de apoyo, puedan conocer, adentrarse a este fenómeno, no desde el miedo y el estigma, sino desde la luz del conocimiento.
Empresas, es importante no olvidar que el espacio laboral es donde pasamos gran parte de nuestra vida, y que como entorno social está llamado a ser un espacio de realización y no de exclusión, está llamado a ser un espacio humano y no meramente de producción.
Centro recreativos, culturares, deportivos, juegan un papel relevante en generar espacios donde se puedan expresar las emociones, canalizar algunas de las preocupaciones e identificar factores de riesgo.
Espacios religiosos, seamos un refugio que mira desde el amor y la compasión y no desde el juicio.
Familias, transformémonos, hoy vivimos cambios, cambios constantes, cambios que nos invitan a actualizarnos en materia de crianza, de pautas educativas, de comprensión de las infancias y las adolescencias, de involucramiento, de corresponsabilidad, de vincularnos desde lo afectivo, de comprender la diversidad, de erradicar una cultura de la violencia que nos ha dejado muchas heridas.
Organizaciones civiles y de profesionales, necesitamos unión, necesitamos unidad común (comunidad), recuperar ese tejido social que se ha ido deshilando a lo largo del tiempo y comprender que en las diferencias está nuestra mayor virtud.
Gobierno, sigamos impulsando estrategias que abonen y den respuestas, generemos políticas públicas que estén basadas en evidencias y que nos permitan atender las grandes necesidades sociales, humanas, económicas, de salud, de crecimiento.
Medios de comunicación, hablemos del Efecto Werther y del Efecto Papageno, abramos el diálogo, tendamos puentes, trabajemos en equipo. En verdad, tienen uno de los más grandes papeles en la prevención del suicidio.
Ya lo decía la Dra. Paulina Arenas: “No se trata únicamente de disminuir las muertes por suicidio, sino de co-construir vidas valiosas”.
Hagamos equipo e integremos todas las acciones que prevengan, atiendan, acompañen y nos ayuden a comprender el suicidio.
Ya para finalizar, les comparto que un proyecto en paralelo a la AYUS se va gestando: El Observatorio Estatal del Suicidio en Yucatán que, poco a poco, va poniendo las bases para ser una fuente de información que nos permita tener claridad para la toma de decisiones. Dicho Observatorio va siendo conformado por profesionales de la investigación de diversas áreas que nos permitan tener una visión integral del suicidio.
Y, antes que lo olvide, extendemos la invitación a unirse a la Asociación, con el firme compromiso de unir estrategias e integrar acciones desde diferentes perspectivas y realidades.
En verdad, les agradezco mucho su presencia y confío en que éste sea el inicio y la continuidad de un vínculo de amistad, que nos permita colaborar para dar respuestas, desde los diferentes frentes, a esta problemática social.
¡Muchas gracias y buenas tardes!
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