Prácticamente todos los seres humanos nacemos en el seno de una familia, y esta familia es la primera influencia en nuestro desarrollo. De ella aprendemos valores, esquemas sobre el mundo, miedos. En ella se forja nuestra autoestima, nuestro autoconcepto, la percepción de nuestro valor personal, el amor propio.
Gracias a la familia desarrollamos nuestras habilidades sociales, de comunicación, de resolución de conflictos, la capacidad para manejar la frustración, entre muchas otras habilidades. De la relación entre los diferentes miembros aprendemos sobre el respeto, la comprensión, la paciencia, el amor. La familia es, hoy por hoy, el núcleo del desarrollo de la persona y de la sociedad.
Sin embargo, una de las principales crisis que vivimos en nuestra actualidad, es una crisis de la familia. Es verdad, muchas de las cosas que antes se tomaban como inalterables, han cambiado positivamente, pero en esos cambios, se ha observado un desajuste que nos está afectando a todos y todas. La familia ha dejado de ser considerada como algo relevante, y ha pasado a un segundo plano. Basta con observar los diferentes planes de acción de diferentes frentes, muy pocos se enfocan hacia la familia, hacia la reconstrucción de la unidad y el vínculo entre los diferentes miembros.
Como mencioné, muchos cambios se han presentado que han sido positivos, entre los que encontramos, las nuevas estrategias educativas libres de violencia, enseñanzas sobre la paridad de género, la incursión de la mujer en el ámbito laboral, la inmersión del hombre para la vivencia de una paternidad actividad y la corresponsabilidad en el hogar, la promoción de la erradicación de la violencia contra la mujer, evolución en la forma de concebir el amor de pareja, entre otras más.
Sin embargo, también se han vivido situaciones que, al paso del tiempo, nos damos cuenta que están generando resultados adversos y negativos para el desarrollo social. La falta de vínculo, la permisividad, la falta de tiempo, la intrusión de la tecnología, la baja afectividad, la dificultad para establecer canales de comunicación que generen confianza, la obsesión laboral y la búsqueda incesante del éxito material, la superficialidad de los inicios de las relaciones, la sobreprotección desmedida, las estrategias violentas que no disminuyen en ciertos ámbitos, el machismo, la perspectiva del amor basada en el apego, el alcoholismo, la drogadicción, el vacío existencial y otros más.
Sin embargo, también se han vivido situaciones que, al paso del tiempo, nos damos cuenta que están generando resultados adversos y negativos para el desarrollo social. La falta de vínculo, la permisividad, la falta de tiempo, la intrusión de la tecnología, la baja afectividad, la dificultad para establecer canales de comunicación que generen confianza, la obsesión laboral y la búsqueda incesante del éxito material, la superficialidad de los inicios de las relaciones, la sobreprotección desmedida, las estrategias violentas que no disminuyen en ciertos ámbitos, el machismo, la perspectiva del amor basada en el apego, y otros más.
Un primer problema, justamente, es ése, la falta de conocimiento sobre el enorme impacto que la familia tiene sobre el sano (o insano) desarrollo de la persona, y que ésta, al final, será un miembro de nuestra sociedad, donde proyectará todas estas influencias generadas en él ámbitos familiar.
En varios contextos lo he acotado: si queremos transformar verdaderamente a la sociedad, tenemos que trabajar con las familias, incidir en las estrategias de formación de los nuevos ciudadanos y ciudadanas.
Mientras la familia continúe siendo relegada, desafortunadamente, el desarrollo de una mejor sociedad es mera ilusión y fantasía.
Si tú eres madre o padre de familia, me gustaría que, de início, seas sumamente consciente de que este rol es de los más importantes para el mundo, mucho más que tu rol laboral; porque todo aquello que hagas en el hogar, con tus hijas e hijos, tendrá eco en la eternidad.
Nuestro bienestar emocional y mental comienza en casa, en esos primeros vínculos que nos enseñarán sobre el amor; en esas primeras diferencias que nos enseñarán sobre la resolución de conflictos; en esas primeras interacciones que nos enseñaran sobre el respeto; en esas primeras frases positivas que nos enseñarán sobre autoconfianza; en esos primeros afectos que nos enseñarán sobre amor propio.
Ahí está nuestro más grande aporte para el mundo.
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