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Foto del escritorEdgardo Flores

Suicido, ¿moda o algo más complejo?



Consideré importante acotar una perspectiva que he escuchado de algunas personas sobre el suicidio, asegurando que éste es una moda.


Categóricamente la respuesta es NO ES UNA MODA. Me preocupa grandemente que se esté haciendo esta afirmación, limitando la incidencia de la acción suicida a, únicamente, la influencia social. Es verdad que, históricamente, surgen tendencias que parecieran indicar que es simplemente una decisión "superficial" basada en la influencia de los casos de alrededor, ¡pero esto no es así!, el tema, como lo he afirmado en diversos contextos, es mucho más complejo.


¿Recuerdan el tema de la ballena azul? Causó cierto pánico e histeria en ciertos lados, por la (válida) preocupación de que éste pudiera influir en las y los adolescentes. Pero, en realidad, la verdadera preocupación siempre fueron los factores de incidencia o protección que influirían en que un chico o una chica decidiera seguir el juego, y al final, suicidarse. ¿Qué quiere decir esto? Que si una persona cuenta con elementos "protectores" (alta autoestima, percepción de una economía estable, vínculos sociales fuertes, ambientes promotores de la salud mental, prácticas contemplativas, ejercicio, dificultad en el acceso de medios para el suicidio, redes familiares amorosas, estimulación intelectual, sentido de vida, resiliencia, pensamiento flexible, valores ideológicos o religiosos fuertes, empatía, compasión, entre muchos otros, será lejana la posibilidad.


(Justo ahora, siendo las 09:51 hrs de este día, me han informado de un caso más. Por ello la importancia de trabajar en la prevención, ¡ya! ¡Urge, caray! Entender esta problemática que va más allá de una sola variable)


¿Pero qué sucede, en el caso contrario? Cuando la persona, niña/o, adolescente o adulto, no cuenta con estos recursos, entonces, sí, la "influencia de la moda" tendrá un impacto profundo.


Quiero que se entienda, por favor, que el abordaje del suicidio no únicamente se ha de dar desde un solo frente, se requiere la intervención de diferentes áreas: familias, escuelas, sociedad, empresas, instituciones religiosas, gobiernos de distintos niveles, asociaciones civiles y empresariales, medios de comunicación. El mismo estudio del suicidio (la suicidología) se nutre de las ciencias médicas, psiquiátricas, psicológicas, sociales, antropológicas, económicas, nutricionales, religiosas, físicas, tanatológicas, etc.


¡Basta ya de afirmar que es únicamente una moda! ¡Basta ya de quedarse con los brazos cruzados! ¡Basta ya de esperar que sea una institución ajena a nosotras/os quienes inicien las acciones para prevenir el suicidio. Para trabajar en la prevención del suicidio (y de muchas otras afectaciones emocionales), debemos enfocarnos en la promoción de factores de protección:

  • Construir familias amorosas y protectoras.

  • Crear espacios laborales libres de violencia.

  • Velar, como empresarias/os el bienestar económico y emocional de los y las colaboradoras.

  • Fomentar la adecuada alimentación.

  • Promover espacios para la literatura.

  • Acrecentar la práctica de las artes.

  • Incentivar la práctica de ejercicio físico.

  • Promover las prácticas contemplativas.

  • Normalizar la expresión de nuestras emociones.

  • Alejar el tabú de acudir al psiquiatra o al psicólogo.

  • Construir vínculos profundos con las personas que nos rodean.

  • Deconstruir ideas sobre el amor romántico que afectan la percepción de las relaciones de pareja.

  • Promover nuevos modelos económicos que se centren en la solidaridad y no en la competencia.

  • Trabajar en materias educativas que fomenten conceptos como autoestima, autoconcepto, identidad, resiliencia.

  • Fortalecer las perspectivas que abordan la importancia del sentido de vida.

  • Construir espacios que fortalezcan la empatía, la comprensión, el respeto, la inclusión.

  • Aplicar los protocolos, en los en los medios de comunicación, de abordaje de las noticias relacionadas al suicidio.

  • Evitar los murmullos, chismes y suposiciones.

  • Crear espacios en radio, televisión y prensa que aborden con ética y ciencia las problemáticas sociales y psicológicas.

  • Promover la equidad de género.

  • Incentivar las revisiones médicas preventivas periódicas.

  • Reducir el consumo de alimentos procesados y refrescos gasificados

  • Crear espacios de encuentro desde un enfoque integral para compartir emociones, historias y crear vínculos.

  • Crear leyes aún más duras para la reducción del consumo del alcohol, cigarro y drogas.

  • Reducir los tiempos excesivos del uso de aparatos tecnológicos.

  • Promover las redes de identificación del riesgo suicida.

  • Limitar el acceso a medios que puedan ser usados para cometer el acto suicida (aunque en Yucatán es más complejo, porque varios casos han sido en las casas usando los medios de descanso habituales).

  • Construir espacios, a través de talleres, conferencias, foros, donde se pueda comprender, aún más la temática relacionada al suicidio.

  • Dar a conocer los teléfonos de ayuda gratuita a nivel nacional y/o crear modelos similares a nivel estado y municipal.

Éstos son sólo algunas ideas que cada una de nosotras/os podemos promover desde nuestros hogares, trabajos, escuelas, grupo de amigos o sociales. Insisto, no podemos seguir esperando que sea alguien más que tome cartas en el asunto, sino que tenemos que hacer algo ¡ya!


Nuevamente, no puedo evitar el dolor de una muerte más. Por ello, más que nunca trabajaré sin descanso para cumplir con este compromiso de servir a la sociedad.


Para terminar, si podríamos comparar con algo el tema del suicidio, no sería con una moda, sino con un contagio, y seguiría un principio similar a las enfermedades físicas: una persona es el/la portador/a, y contagiará a otras más, siempre y cuándo éstas no cuenten con la protección necesaria para evitar dicho contagio (vacunas o inmunidad). El suicidio es una ENFERMEDAD SOCIAL, y el contagio se produce en ambientes propicios para su diseminación. Así que, en realidad, una de las preguntas importantes es: ¿qué tenemos en nuestro entorno social que está permitiendo el contagio de muchas personas?


Lo escribí en la reflexión anterior: las y los familiares de una persona que logró consumar el suicidio, así como amigas y amigos cercanos, según las investigaciones, son propensos a también cometerlo, ya que la incidencia aumenta alrededor (o más) del 50%, por lo que es urgente que también acudan a espacios donde puedan ser acompañados en este duelo, que suele ser, de los más dolorosos.


Líneas de ayuda:

  1. Consejería SAPTEL: 800 472 7835

  2. UNAM: 555 025 0855

  3. Locatel: 555 658 1111

  4. Consejo ciudadano: 555 533 5533

  5. UAM: 555 804 6444

  6. CONADIC (Adicciones): 800 911 2000

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