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Foto del escritorEdgardo Flores

La ausencia nos está matando.

Actualizado: 26 abr 2018


No quiero sonar catastrófico, pero si eso es necesario para abrir los ojos, lo haré: la ausencia, TÚ ausencia nos está matando, especialmente a tus seres queridos.


No podemos negar que hoy vivimos en una sociedad que se distrae con mucha mayor facilidad. Algo que confieso que yo también padezco. Me he sorprendido que desde agosto (¡hace 2 meses!) no me doy el tiempo de compartir contigo, amigo lector, amiga lectora, alguna reflexión.


Diversos autores han reflexionado acerca de las características de la sociedad en la que actualmente vivimos. Pero hay una voz que se ha alzado por encima de las otras, llamando a esta comunidad, una sociedad líquida. Hablo de Zygmunt Bauman, quien fue un crítico, pero especialmente, un "alertador" de lo que como humanidad estábamos (estamos) creando.


Él manifestaba que, a diferencia de sociedades anteriores, caracterizadas por la estabilidad, el orden y la cohesión, la sociedad actual tenía como característica principal la falta de todo esto, por lo que consideró que cumplía la descripción de lo líquido: adaptable, pero especialmente, con falto de unidad.


Dicha falta de unidad ha creado desunión en diversos sentidos, pero, en cuanto a las relaciones sociales y estructuras familiares ha traído como consecuencia el vacío y la ausencia.


No puedo dejar de insistir que muchas de las problemáticas que hoy se nos presentan en la actualidad tienen un origen: la familia. Y no con ello estoy afirmando que "por culpa" de la familia, sino todo lo contrario, por ausencia de familia, específicamente de estructura y orden familiar, una que hoy ha sido más que cuestionada y suplida por diversos "influencers".


El mismo Viktor Frankl habló de que la humanidad vivía cierta crisis de identidad provocada por los cuestionamientos a las tradiciones y a los valores que antes eran tomados como válidos, ya que nos han dejado sin claridad y con tantas alternativas, pero, al mismo tiempo, con miedo, que no sabemos hacia cuál dirigirnos.


Tómalo o déjalo, pero a mí me queda claro, tanto en mi ámbito profesional como personal, que la presencia es una de las vías que más nos pueden ayudar a evitar el vacío existencial, la duda, las crisis de identidad, las problemáticas sociales. La presencia, y el vínculo.


Ya no estamos creando vínculos, sólo compartimos momentos. Me recuerda mucho al comentario que Homero Simpson hizo en la película cuando Marge y los niños lo abandonan para regresarse a Springfield: "si ya me estaban empezando a caer bien". No creamos vínculos, sino únicamente buscamos compartir con personas que nos caigan bien. Si nos cae mal, lo desechamos. Úsese y tírese: herencia de pensamiento de la cultura del desechable.


Hace algunos años me erigí como un crítico al constructo del tiempo de calidad, porque lo identificaba como un paliativo para evitar que los padres sean conscientes del sentimiento de culpa que les surgía por no estar con los hijos. Afirmaba en ese entonces (y aún lo hago) que nuestros hijos e hijas no quieren tiempo de calidad, ellos y ellas necesitan tiempo, presencia, vínculo.


Por favor, si algo quisiera que te quedes con esta reflexión es eso: tu ausencia nos está matando, por eso necesitamos tu presencia; tu presencia hacia tu familia, hacia tus seres queridos, hacia tus labores, hacia tu misión, hacia ti. Hazlo por ti, hazlo por todos.


Nos leemos, les prometo, muy, muy pronto.


EF.

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