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La lactancia es cosa de dos

Actualizado: 3 ago 2020



Estamos celebrando la Semana Mundial de la Lactancia Materna y consideré importante contribuir a la reflexión sobre ella, pero desde la perspectiva masculina.


Es evidente que, cuando se habla del acto de amamantar, ésta es exclusiva de la mujer. Pero, el rol de la pareja en la ecuación completa de lo que es la lactancia, es de suma importancia.


Soy padre de dos niños que tuvieron la dicha de recibir Lactancia Materna Exclusiva (LME) durante sus primeros 6 meses de vida y que lactaron hasta después de los dos años. Hoy, esos dos bebés, ya niños, son personitas sanas, saludables, y que presentaron muy pocas enfermedades físicas. Mi eterna gratitud a mi esposa por el grado de compromiso tan alto que ello implicó.


La Organización Mundial de la Salud y otros organismos, recomiendan la LME durante los primeros 6 años de vida, y hasta, al menos, los dos años, ya con la incorporación de los alimentos. Desafortunadamente, en nuestro país existen muchos mitos que desestiman la enorme importancia de la leche en el desarrollo de niñas y niños. De ahí la importancia de seguir insistiendo para que ésta tenga mayor presencia en los hogares, porque reporta enormes beneficios en la salud física y emocional de las y los bebés.


Pero, para sostener una LME y para extenderla más allá de los 6 meses y, al menos, hasta los dos años, se requiere un trabajo en equipo.


Los tiempos han cambiado. Si bien, de forma tradicional, el cuidado de las y los hijos ha caído sobre los hombros de las mujeres, hoy es algo que ha de ser equitativo. Las mujeres no cuentan ya con las tribus de antaño, por lo que el principal soporte de la Lactancia ha de ser la pareja.


A partir de la experiencia personal que he vivido como padre de dos bebés lactantes, les compartiré el rol tan importante que tiene la pareja en ella.


Desde antes del nacimiento de nuestro primer hijo, mi esposa había empezado a estudiar sobre la lactancia y sus implicaciones. Si bien, debo reconocer que no me metí tanto como ella, sí escuchaba con mucho interés cuando ella me platicaba sobre lo que iba aprendiendo. Desde esos primeros momentos empecé a comprender lo valioso que era dicho acto, no únicamente como alimento, sino en la construcción del apego seguro que todo bebé necesita.


La primer defensa que uno tiene que hacer como pareja de alguien que ha decidido lactar exclusivamente, es en el hospital, para validar y contribuir al empoderamiento de la mujer ante la decisión de la lactancia inmediata al nacimiento. Lo común, tristemente, es que, al nacer las y los bebés, éstos son llevados a revisión, a bañarse, incluso, a que les den la primer toma en leche de fórmula y a los cuneros. Sin embargo, yo recuerdo la insistencia de mi esposa en que el bebé se quedaría con nosotros en el cuarto, para permitir la lactancia. Y así fue. Desde ahí ya hay una implicación vital, porque, desafortunadamente, en un entorno aún machista, la voz del varón sigue siendo tomada como la importante, desestimando el sentir de la mujer “por estar emocional por el parto”. Hay que validar, sustentar y empoderar a las mujeres en esta valiosa decisión.


La lactancia no es la maravilla que se ve en fotografías o videos; está lleno de retos, retos que es mejor enfrentar juntos. Estar ahí, hacerse presente es algo que siempre dará soporte a la pareja. Recuerdo esos primeros días, tanto en el hospital, como en casa, estar al pendiente en las madrugadas y en el tiempo que estaba en casa. Recuerden, lactar es exclusivo de la mujer, pero la lactancia es compartida. La lactancia requiere soporte, apoyo, comprensión, empatía, y asumir muchas otras funciones que la pareja no podrá ya realizar porque lactar implica mucho tiempo y mucha paciencia.


Desde pasar al bebé, agarrarlo cuando acababa de tomar leche para sacarle el aire, abrazarlo, acunarlo, adormecerlo, cambiarle el pañal, pasarle agua o alguna bebida a mi esposa, comida, ¡darle de comer!, escuchar las dudas, apoyar, echar porras, brindar soporte emocional, simplemente acompañarla a ver la televisión, cocinar, limpiar la casa, ver los pendientes del hogar. Todas éstas son elementos importantes de la lactancia y que perfectamente las asumí. Tomar la decisión de la LME es algo que traerá muchísimos beneficios a nuestros hijos e hijas, pero, también, es algo que comprometerá a la mujer y le traerá cansancio, dudas,falta de tiempo en general y para sí misma. Es un proceso, y es una transición.


La primera lactancia de mi esposa no fue fácil. Aún con todo lo que había leído, no conocía a profundidad del tema. Presentó heridas en los pezones, sentía dolor, y sin embargo, ella se mantenía firme en la decisión. Admito que su dolor me dolía y, en ocasiones, le decía que lo dejara porque veía su sufrimiento. Hoy admiro su fortaleza y le agradezco la “necedad” de seguir. Al verla tan convencida, mi papel era validar aquello y colaborar para encontrar las mejores alternativas para su bienestar.


Pronto comprendes que la lactancia no es sólo alimento físico, sino también es alimento emocional. Te das cuenta con claridad en las vacunas: el pecho de mamá se vuelve consuelo. La o el bebé necesitan de ese apego. Pero, así como su hija o hijo necesita consuelo, también la mujer lo requiere. La demanda es excesiva, y la desesperación puede hacerse presente, porque parece que ella ya no tiene tiempo para nada, ¡ni para ir al baño! Ahí el rol de la pareja adquiere también mucha relevancia: si bien es normal ese primer apego a mamá, habrá que empezar a construir el apego con la pareja. Bañarle, cantarle, acariciarle, cambiarle sus pañales, abrazarlo, adormecerle, ¡darle espacio y tiempo a mamá para descansar, recuperarse, distraerse, dormir, comer!


La llegada de nuestro segundo hijo también implicó retos, porque a diferencia del primero, donde ambos podíamos concentrarnos en uno y hacer de la lactancia algo llevadero; con un hijo pequeño (2 años) habría que hacerlo partícipe, cuidarlo y acompañarlo para que cree un vínculo con su hermano y no desarrolle los celos a raíz del descuido hacia él. Era tiempo de hacer malabares: entre estar al pendiente de las necesidades de mamá, también era necesario estar al pendiente de las necesidades del hermano mayor. El cansancio aumenta, y hay que ser copartícipes de ello.


Fue duro, ¡claro que lo fue!, pero hoy todo eso ha valido la pena. Lo ves en la salud de los pequeños y en la conexión que tienen con mamá y papá, y entre ellos. La lactancia, también ha contribuido a crear un vínculo más fuerte en la pareja, y sentó las bases de la bondad que Eduardo y Josemaría, si la vida lo permite, tendrán cuando lleguen a su vida adulta.


Lactar no es sólo dar alimento al cuerpo, sino también al ser. Lactar no es sólo crear un vínculo físico, sino también emocional. Lactar no es sólo dar vida, sino es dar esperanza. Lactar es, hoy por hoy, una revolución.


Mi gratitud eterna a todas esas mujeres que deciden brindar LME, en especial, claro, a mi esposa, por la dedicación, la entrega, la paciencia, y por construir un equipo más sólido, a partir de las experiencias de lactancia con nuestros dos hijos.


Sé que cada circunstancia es particular, y habrán mujeres que presenten dificultades para la lactancia. ¡Ánimo!, sé que hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen. Son grandes madres.


Y a ti que me lees, como pareja de una madre lactante, te recuerdo y te reafirmo la enorme importancia que tienes dentro de la lactancia. Lactar es exclusivo de la mujer, pero la lactancia es compartida, y también se vive, se disfruta, se goza, se sufre desde el papel de soporte, apoyo, contención, sustento, corresponsable.


Que sus hijas e hijos vivan una lactancia saludable.

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