El año está a punto de acabar. Siempre representa un momento de reflexión, de análisis del año que acaba y de proyección hacia el año que empieza. Es lo normal, lo común y hasta cierto punto, lo deseado.
Solemos anhelar el cambio en varios aspectos de nuestra vida, y para ello hacemos los tradicionales propósitos de año nuevo. ¿Pero no les pasa que después de algunos meses dichos propósitos se quedaron en simples promesas?
¿Saben cuál es el principal problema de ello? Que hacemos eso: propósitos. Y no es que esté en desacuerdo con hacerlos, sino que se quedan en únicamente ideas, en anhelos, en un deseo de cambio... pero nada más. A lo mucho, se habrá intentado una que otra vez... pero nada más. Y es entonces cuando surge una pregunta: ¿Qué hacer para que en esta ocasión sea diferente?
¿Qué les parece si en lugar de hacer propósitos hacemos, mejor, proyectos? Seguro te preguntarás, ¿cuál es la diferencia? Pues, te platico.
Un proyecto te permitirá establecer un objetivo general, aquel que quieras alcanzar en ti, como por ejemplo, ser mejor persona, leer más, bajar de peso, o el que tanto quieras (que es lo que comúnmente establecemos con los propósitos). Sin embargo, a diferencia de los propósitos, un proyecto te obliga a plantear ciertos parámetros para que el objetivo se cumpla, entre los que se incluyen: acciones, tiempos, materiales para la realización, fechas de entrega, etcétera; y algo que considero de suma importancia, subtareas o submetas.
Por ejemplo, si quisieras bajar de peso (que es uno de los objetivos más planteados cada año), y quisieras desarrollarlo en forma de proyecto, debes establecer los lineamientos que te llevarán a alcanzar esa meta.
Establece el objetivo general, de preferencia con unidades de medida, para que tengas claridad en la meta. Objetivos poco concretos sólo podrán llevarte a la frustración y no te permitirán medir los avances. Bajar 5, 10, 15, 20 kilos.
Estipula el tiempo en el cuál quisieras alcanzar tu objetivo. Es altamente recomendable que te orientes de personas que vivan ese objetivo o de profesionales que te acompañen durante el proceso. Acudir con la nutrióloga para tener claro el tiempo recomendable para bajar de peso.
Una vez que tengas el tiempo claro, enlista las acciones que te ayudarán a lograr la meta del 2018. Ir al gimnasio, seguir el régimen alimenticio, tomar agua, salir a correr.
Lo más importante es calendarizar, es decir, poner en la agenda los días y tiempos en los cuales realizarás las acciones. Ir al gimnasio, lunes, miércoles y viernes a las 6 de la mañana. Esto te ayudará a concretar. Insisto, dejar las cosas en el aire no ayuda en nada. Cada acción debe tener su propio espacio dentro de la agenda y respetarlo.
Tener claras las submetas, ya que cada vez que alcances alguna de ellas, deberás premiarte con algo que te guste mucho. Después de bajar 3 kilos, me compraré una camisa/blusa nueva.
Un proyecto (como el que nos pedían en la escuela) tiene ciertos elementos que ayudan a hacer más concreto el deseo que queremos cumplir, y por ende, a establecer mejor los parámetros de lo que queremos alcanzar. ¡Venga! ¡Hazlo! Si cada año tus deseos se quedan únicamente en propósitos, es tiempo ahora de volverlo mejor un proyecto.
¡Feliz inicio de año 2018! ¡Y que todos tus PROYECTOS se cumplan!
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